jueves, 23 de abril de 2009

El laberinto y la rosa


















Atrapada estoy en este laberinto,
soñando sin tiempo y sin olvido,
esperando el milagro cotidiano
que me llene de sed como a un mendigo.
No sé si eres presente o si fue ayer,
sé que vienes de siglos,
que aunque te pierda hoy,
mañana te hallaré en mi camino,
me lo dice mi sangre y este luto
que siento porque tu lo has querido,
pero te quiero tanto que me sacio
de llevarte conmigo.
Estás en cada amanecer,
en cada rayo de sol que me acaricia,
en los ojos del perro vagabundo
que parece entender como persigo
la estrella que te alumbra,
cuando en mis noches sin sueño
mis manos en celo en vano te buscan.
Estás en los ojos de ese niño
que me tiende sus brazos buscando abrigo,
mientras aprieto mis labios
resguardando tu nombre,
que me estalla en el alma como un grito.
No, no hay tiempo ni distancia,
ni llanto, ni olvido
eres la vida que me llama
y me lleva en sus alas
al cielo y al abismo.
Te encontraré mañana,
si no es hoy
quizá entre otras gentes,
quizá en otro sitio.
Tal vez cuando la muerte
ponga fin a este rito
de vivir adorándote
como a un dios peregrino.


De mi autoría



0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio